Una Plegaria Maravillosa

Dios, no consientas que yo sea el verdugo que desangra a las ovejas, ni una oveja en manos de los verdugos. Ayúdame a decir siempre la verdad en presencia de los fuertes y a jamás decir mentiras en presencia de los débiles.

Dios mío, si me das la fortuna, no me retires la felicidad; si me das la fuerza, no me retires la sensatez; si me fuera dado prosperar, no permitas que yo pierda la modestia, conservando solamente el orgullo de la dignidad.

Ayúdame a apreciar el otro lado de las cosas, para no acusar a mis adversarios con más severidad que a mí mismo.

No me dejes ser alcanzado por la ilusión de la gloria cuando triunfe, ni por la desesperación cuando sea derrotado.

Recuérdame que la experiencia de una caída puede proporcionar una visión diferente del mundo.

¡Oh Dios!

Hazme sentir que el perdón es señal de fuerza y que la venganza es prueba de debilidad.

Si me retiras la fortuna, déjame la esperanza.

Si me falta la salud confórtame con la gracia de la fe.

Y cuando me hieran la ingratitud y la incomprensión de mis semejantes, crea en mi alma la fuerza de la disculpa y del perdón.

Finalmente, Señor, si yo llegara a olvidarte, te ruego que nunca te olvides de mí.